EL FANTASMA

martes, 14 de junio de 2011

NOS TOCABA FIAR EN LA TIENDA DE LA ESQUINA

Dos mil era la cuota… pero a veces nos tocaba fiar en la tienda de la esquina.
Empezábamos por una… y cuando perdíamos la cuenta resultaba que sólo había sido “un par”.

Todo el mundo sabía pero nadie entendía nada.
Como cuando llegabas y ya me había ido…
¡Justamente si las cosas estaban mal!

El niño de la esquina; el anciano de la vuelta…  y la cometa que se fue sin dar explicaciones.
¡Todo era tal real!
Como el ruido de la puerta, el olor del sofá…
...Nuestra primera vez…

Para ese entonces no creía en los fantasmas, bueno, solo a veces: cuando me pedías “hacerlo”.
Era la época de escondernos…
¡y que el Brasilia te traían de vuelta!

NO CREO EN LOS FANTASMAS

Era un Brasilia…
Estaba segura que seria la ultima vez que te vería pero estaba convencida que ese bus no te llevaría tan lejos de mí.

Ya había sido suficiente tiempo.

Ya, por más que me rehusara, habrían de acontecer las cosas más extrañas: como las risas al pensar que nombre tendrías ese día… Si el dolor de cabeza que nos excusaba de “mis” amigos o el sueño inexplicable que me daba justo a la misma hora.

Los viernes eran imposible… ya los dolores podrían convertirse en “sospechosos”; entre semanas un “no tengo plata”, “estoy estudiando” fueron la clave perfecta.

Empezamos dando “dos mil” para aquella botella y fue tan aburrido cuando la podíamos comprar los dos.

Parece que el “compartirnos” era el éxito total de todo esto.

Jamás he creído en fantasmas… excepto cuando empezaste a aparecer…en mi dolor de cabeza; en mi gastritis; en mis diciembres…en la ausencia total de lo que tuve una vez.

Porque hay que ser sinceros: “me tuviste y te tuve”
¿Pero cuando se lloran los muertos no te asustan los fantasmas?

No lo intentes… aunque lo intentamos.
No practiques, que sólo a Jesucristo le creería esas cosas de la resurrección.
No creo en los fantasmas y más cuando cargue mi luto.

FRAGMENTO DE “EL FANTASMA”

No sé si escribir esta historia en presente, en pasado o en futuro… ya no sé.  No sabría cómo conjugar cada uno de los verbos que podría escribir.  “Me tocara desafiar la dramática que tanto me costo en mis primeros años”.  Ya no sé si es ayer lo que es hoy o si lo que es hoy es algo del ayer que nunca existió.  Absurdo, absurdo son todas aquellas cosas que han pasado últimamente: “como el vestido, las uñas, las casas que tantos recorrimos…” 

¿Irónico no?  Irónico pensar en lo que ya nunca jamás pudo haber existido. ¿Cuándo fue que se perdió?

Quería entonces escribir esta historia y claro, te imagino muchas veces.  Te miro en la tienda de la esquina de tu casa.  Entonces visite al anciano y estuve por muchos lugares sin lograr encontrar lo que realmente pasó.

Me traslade al domingo y de repente fue martes de la semana anterior y recordé el jueves que llegabas en el Brasilia.


“Todo es inútil, es mejor que sea de esta forma” – Me dijiste –

Entonces empecé a entender esa forma: “si del decir o del callar; si del desafiar o aceptar…”. ¿Cuál, cuál era la forma? Y entonces empecé a odiar los fantasmas que aprecian en diciembre, en mi estomago, en mi absurda manía de decir las cosas… allí estaban.  Pero era sólo uno aunque no sabía dónde: “si en los viernes, si en el café o si en el insomnio que tanto daño hizo en aquel entonces”.

EL FANTASMA

¡Era impresionante!
Era como si cuando pisabas esas calles cada historia entraba en tu vida…
La historia de Juan, la de Pedro, la de Miguel…
Yo solo pasaba y veía como iban y venían los Brasilias, a lo mejor con las mismas historias.
Yo solo cruzaba y, sin embargo, sabía lo que sucedía en aquel lugar, conocía cada una de las historias, incluso hacia parte de muchas de ellas pero en el tiempo en que las cosas empezaban a cambiar.
Muchos me decían que mi lugar fue importante pero no, la importancia estaba en la actitud que llegaban a tener las personas para cambiar las cosas.

Alguien me contó un día: “di las primeras pisadas, de repente, miles de imágenes me venían a la mente”. 

Era como si un fantasma se apoderaba de quienes pisaban eses lugares.

… y fue cuando comprendí porque la manía mía de querer contar la historia de ese modo: sin saber si era hoy o el ayer que nunca existió.  Fui comprendiendo muchas cosas: el anciano, la cometa… todo… pero con preguntas sin responder.

Para ese entonces solía frecuentar el lugar… y por una extraña sensación que sabía, me hacia recordarte. 

Me gustaba respirar como una forma de aspirar lo que traían los recuerdos.  A veces creía que con un suspiro te traería de vuelta… las personas me habían enseñado a creer en los fantasmas y esa era una manera de invocarte.

Una vez suspire y te traje de vuelta, entonces estuvimos juntos en la tienda de la esquina que tanto mal recuerdo me deja ahora.

Entonces sin estar en los lugares, llegaba a las partes donde más quería: tu cuerpo se volvió mi lugar favorito… fue entonces cuando entendí quien era mi fantasma.